domingo, septiembre 9




El guardián entre el centeno




Todo lo que deberias saber sobre el libro y el autor.



JD Salinger




El guardián entre el centeno es una de las obras más leídas y conocidas de la literatura estadounidense del siglo XX. J.D. Salinger, el autor, logró plasmar en esta novela la esencia de la adolescencia. Aunque al principio la crítica no acogió bien la obra, el público la admiró y, con el tiempo, El guardián entre el centeno se ha convertido en la obra literaria que mejor refleja la adolescencia. Su lenguaje directo y vulgar es un buen retrato de la realidad, aunque también generó cierta controversia en el momento de su publicación, 1951.

Pese a los cambios que ha vivido la sociedad, pese a los avances tecnológicos y las evidentes diferencias entre los adolescentes de “ayer” y de “hoy”, El guardián entre el centeno es una novela que ha sabido envejecer muy bien y que, todavía hoy, sigue reflejando a esa gran parte de adolescentes que no logran adaptarse o encajar en el sistema, que viven esa etapa a caballo entre la infancia y la edad adulta como un momento de supervivencia, de rebeldía y de lucha interna.

¿La trama? Es bastante simple, un joven adolescente llamado Holden Caulfield cuenta en primera persona sus vivencias. Holden es un mal estudiante, ha sido expulsado de diversos colegios y parece que su situación no mejora, pues acaban de notificarle que va a ser expulsado de su actual colegio en el que permanece interno. Holden decide no informar a sus padres, tampoco quiere verlos, así que, huye en medio de la noche y vuelve a su ciudad, Nueva York; allí, se alojará en un hotel de muy baja categoría y comenzará la aventura.

El guardián entre el centeno nos presenta el viaje de Holden, el de cualquier adolescente desencantado con el mundo (y orgulloso de estarlo), que parece que odia todo y a todos. Una novela que ha pasado a la historia como la preferida de psicópatas, inadaptados, personas con problemas mentales y también del público adolescente (y no tan adolescente). ¿A qué se debe su éxito? ¿Por qué El guardián entre el centeno es una novela tan controvertida?

El guardián entre el centeno, un reflejo de la adolescencia

La obra de Salinger ha logrado que muchos de nosotros nos veamos reflejados en el personaje de Holden Caulfield, probablemente, esto no se produzca si la leemos de adultos, pero sí en la adolescencia. ¿Cuál es la clave? El secreto está en dibujar a un personaje fácilmente reconocible, un personaje muy próximo a la realidad, un joven rebelde que acaricia la misantropía.

Para muchos, la adolescencia no será más que un tránsito hacia la edad adulta, una etapa más de la vida que pasa sin pena ni gloria; un momento en el que centrarse en los estudios, comenzar a elegir un futuro y asumir nuevos retos y responsabilidades.

Sin embargo, para otros, es una etapa mucho más compleja y oscura, las nuevas presiones y responsabilidades, tanto personales como académicas, pueden suponer un fuerte obstáculo; comenzar a comprender el mundo y asumir las consecuencias de nuestros actos dificulta, en ocasiones, esta etapa de la vida. El alcohol, las drogas, la experimentación, las primeras relaciones sexuales, conocer el mundo… todo ello puede estar muy presente en la adolescencia.

En la adolescencia, nos fijamos en la música, en el cine, en los medios… tratamos de buscar nuestro reflejo, de sentirnos identificados y de ver que, en el fondo, tenemos un lugar, un porqué en esta vida. Holden odia todo lo que supone vivir, odia a todas las personas, odia su escuela, odia el sistema, la sociedad, el mundo… Las únicas personas por las que siente cariño son sus hermanos, ni siquiera sus padres parecen importarle.

Uno de los aspectos que más nos llama la atención de esta obra es la forma en la que está narrada, en primera persona, utilizando un vocabulario que, inmediatamente, asociamos a los más jóvenes. Holden utiliza vulgarismos, palabras malsonantes y actuales de su época, Holden se refiere a algunos hechos históricos como la Guerra de Independencia con palabras como “lata”, “rollo”…

Esta expresividad y naturalismo que vemos en su lenguaje son, precisamente, los culpables de la identificación de la que hablábamos anteriormente. Incluso en las descripciones físicas se acerca mucho a la realidad, vemos que hay alusiones a “uñas mordidas” o acné, características muy típicas de la adolescencia.

Otro de los puntos más interesantes de la novela es que carece de acción; sí, es cierto que Holden se escapa y tiene algunos encontronazos, pero no ocurre nada realmente reseñable. La acción es estática, como la adolescencia, Holden, sencillamente, se limita a narrar sus pensamientos y a criticar todo lo que puede, reflexiona sobre su papel, sobre lo que no le gusta, lo que sí y sobre lo incómodo que le resulta el mundo. El guardian entre el centeno supone la mitificación de la adolescencia, un ir y venir de la inocencia infantil al sinsentido que es la vida al acabar esta etapa.

El propio Holden es el que se define a sí mismo como un guardián entre el centeno, eso es lo que quiere ser, quiere ser el encargado de recoger a esos niños que corren solos hacia el abismo, quiere ser el que los proteja de esa caída, de ese duro golpe que supone el fin de la infancia y la toma de conciencia de la realidad.

“Encantadores, esa es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo”.

-El guardián entre el centeno-



¿Por qué El guardián en el centeno es el libro favorito de asesinos famosos?




¿Cómo es posible que un libro que refleja la adolescencia se convierta en el favorito de muchos criminales? Quizás, esa sensación de no pertenecer a ningún lugar y esas pinceladas de misantropía que nos transmite Holden sean algunas de las causas que han propiciado que algunos asesinos hayan visto en El guardián entre el centeno una especie de Biblia.


Es fácil que, en determinados momentos de nuestra vida, veamos en Holden una especie de reflejo de nosotros mismos, que veamos en esta obra un espejo en el que mirarnos y sentirnos comprendidos o menos solos.


 “El guardián entre el centeno”, fue publicada en el año 1951, y desde entonces, se ha visto envuelta en el escándalo y el misterio; no precisamente por su contenido, que para su época, hablaba con demasiada claridad sobre la codicia, los vicios, la sexualidad y la delincuencia; sino por los acontecimientos que aparentemente han surgido a raíz de ella, así se menciona en el sitio suite101.net.

La venta de este libro llegó a prohibirse en varias partes de Estados Unidos, pero ello no logró frenar su alta distribución por toda la unión americana. El gran impacto de su contenido, lo ha convertido en objeto de análisis en múltiples ocasiones, incluso en una lectura obligatoria dentro de algunos institutos estadounidenses, pues es una obra que a pesar de los años, continúa vigente, llevando al lector al mundo de una vida extremamente solitaria, decepcionada de todas las cosas que le suceden, menos de su hermana.

La mayor controversia sobre “The Catcher in the Rye”, como es su título original en inglés, surge con sus fuertes coincidencias en escenas de homicidio. Sin duda la más conocida, es la situada en la entrada al edificio Dakota, en Nueva York; en el que Mark David Chapman, arrebató la vida a uno de los artistas más importantes de la música contemporánea, John Lennon, líder y voz principal del cuarteto de Liverpool, The Beatles.

Según declaraciones del mismo Chapman, esa mañana de 8 de diciembre de 1980, adquirió un ejemplar de dicho libro, y escribió en él: “Esta es mi declaración”, firmando como “El guardián entre el centeno”. Después, siguió los pasos de Lennon hasta el momento en que le disparó cinco veces.

Tras haber cometido el asesinato, Chapman se quedó en el lugar, sacó su ejemplar de “El guardián entre el centeno” e intentó leer la novela hasta que llegó la policía, la cual no tuvo ningún problema al arrestarlo.

Otros de los asesinos que han sido relacionados con la lectura de este libro, son Charles Manson; Lee Harvey Oswald, presunto asesino de John F. Kennedy; John Hinckley Jr., quien intentó matar a Ronald Reagan; y Sirhan B. Sirhan, quien fue arrestado por el asesinato deRobert F. Kennedy, todos ellos confesos de haber sido influenciados fuertemente por “El guardián entre el centeno”

Pero esto no significa que todas las personas que lo hayan leído se conviertan en asesinos, hay una gran cantidad de celebridades y artistas que han creado sus obras influidos por su lectura, ya sea como título de alguna canción, haciendo referencia del libro o su personaje principal en alguna de sus letras o mencionándolo en películas y series de televisión.

Sin embargo, lo que probablemente no esperaba Salinger, fallecido el 28 de enero de 2010, es que su libro fuera foco de teorías de la conspiración, como la idea de que “El guardián del centeno” fue un instrumento utilizado por la CIA en su programa MK Ultra (Mind Kontrol Ultra), para realizar ciertas actividades y operativos de control mental, usando señales eléctricas y drogas para cambiar el funcionamiento del cerebro.

Se dice que el objetivo principal de este programa, era producir “droga de la verdad” y crear otra para inducir a las personas a convertirse en asesinas y tener el “arma perfecta”. En teoría este tipo de actividades culminaron a principios de los años 70, cuando Richard Helms, entonces director de la CIA, ordenó la destrucción de todos los documentos y evidencia sobre el MK Ultra. Sólo agentes de la CIA, como Mike Copeland, llegaron a denunciar estos experimentos.

Se ha mencionado en varias ocasiones, que el libro tiene mensajes ocultos, los cuales activaban puntos específicos del cerebro en las personas que eran sometidas a los experimentos y sesiones de hipnosis.

Muchos creen que estas afirmaciones son ciertas, pues algunos asesinos relacionados con la obra de Salinger, también tuvieron una relación con la CIA, como Chapman, que de acuerdo a Santiago Camacho, en su libro “20 grandes conspiraciones de la Historia”, fue huésped de un campamento de la CIA en Beirut cuando tenía 19 años, en el que fue sometido a una terapia que combinaba latorazina y la hipnosis. Además, se dice que Chapman en realidad nunca fue admirador de Lennon como se informó oficialmente, y que no tuvo problemas para pasar las líneas de seguridad de los aeropuertos portando el arma homicida.

Quienes también fueron relacionados con la CIA, fueron el casi asesino de Ronald Reagan, John Hinckley Jr., quien llegó a ser relacionado con la familia Bush; y Lee Harvey Oswald, que como se menciona en la obra cinematográfica de Oliver Stone, JFK, tuvo relaciones en el pasado con el servicio secreto norteamericano.

EL COMPLEJO DE PETER PAN

. Desde el arranque de El guardián entre el centeno queda claro que Salinger pretendía situar su narración en la modernidad. Lo que no podía saber es que, bien entrado el siglo XXI, esta novela de aprendizaje iba a mantenerse tan fresca y actual como cuando la publicó en 1951, tanto por la forma en que está escrita como por lo que nos presenta, salvando el detalle de la ausencia de móviles y demás artefactos. Diez años antes, en una carta a una amiga, decía que estaba escribiendo una historia sobre “un chico de instituto durante las vacaciones de Navidad”.

Y sí, es eso. Eso y mucho más, seguramente porque ese chico, Holden Caulfield, es uno de los personajes más entrañables de la literatura universal, que mira y juzga lo que le rodea de una forma original, ácida, tierna a veces. Con algunos datos autobiográficos (unos epidérmicos, otros más profundos: el Holden que desprecia a casi todos, ¿no será ese escritor misántropo que deja de publicar y se aísla, acrecentando su leyenda?), Salinger escribió sobre los adolescentes, su rebeldía, su lucha por encontrar un lugar en el mundo, su miedo a crecer y a la vez su deseo de hacerlo. Porque Caulfield critica a los adultos, falsos, hipócritas o sencillamente imbéciles, mientras que aprecia a los niños, espontáneos, inocentes, generosos. Y por eso, lo que de verdad le gustaría es estar al borde del precipicio, al final del campo de centeno, para vigilar que los niños no caigan por él. Evitar que se hagan mayores. Pero eso es imposible, y de ahí la crisis de Holden.

Observador, sensible, exagerado, sarcástico, curioso (¿dónde irán en invierno los patos de Central Park?), en esos pocos días que dura su aventura, cuando, tras una pelea decide escapar del colegio del que ha sido expulsado y retrasar la vuelta a casa, ese chico de 16 años al que le gustaría aparentar más para que le sirvan las copas sin preguntas y para ser tenido en cuenta por las mujeres, piensa en el sexo, se emborracha, fuma, requiere los servicios de una prostituta, despotrica contra la educación académica, se deprime, dice tacos y abusa de las coletillas. Eso puede explicar que aún en 1980 fuera el libro más prohibido en los institutos de Estados Unidos. Pero el texto es inteligente, original, tiene humor, está lleno de vida y sensibilidad, posee un ritmo perfecto, nunca cae ni en lo cursi ni en lo soez, así que tampoco extraña que, en ese mismo año, fuera el segundo más recomendado.

De la derrota de Holden surge una victoria imperecedera, la de dejarnos uno de los libros más maravillosos que se pueden leer casi a cualquier edad

En esa división entre los profesores que lo prohíben y los que lo recomiendan, estos últimos tienen un argumento difícil de rebatir: aquellos se están convirtiendo en lo que critican, en guardianes entre el centeno que no quieren que sus alumnos maduren. Carl Luce, un conocido mayor que él con el que Holden toma unas copas, le espeta: “¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?”. Y de eso trata este libro, a eso asistimos a lo largo de sus páginas, al abandono definitivo de la infancia, al complicado paso de una edad a otra. Todo, aquí, está en esa frontera: Holden, y la propia novela, publicada para adultos y adoptada por millones de adolescentes y jóvenes. Cada año se venden 250.000 ejemplares. La crítica también lo considera, casi unánimemente, como una de las obras mayores del siglo pasado. Es uno de esos felices y raros casos en los que crítica y público van de la mano a lo largo de décadas.

Holden se rebela contra la educación, contra la autoridad, contra los mayores, contra el inevitable proceso de madurar, cumpliendo muchas de las características de las novelas de iniciación. Su rebelión está condenada a la derrota, pero de ella surge una victoria imperecedera, la de dejarnos uno de los libros más maravillosos que se pueden leer casi a cualquier edad. Ese muchacho que pide y confiesa: “Toma una copa más. Por favor. Tengo una depresión horrible. Me siento muy solo, de verdad”, ha conseguido que millones de personas se sientan menos solas en algún momento de sus vidas. Ese es el extraordinario poder de los libros extraordinarios. Hacia el final, Holden nos da un consejo: “No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en el que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo”. Y al lector le sucederá algo semejante a lo que le sucede al narrador: cuando cierra el libro, empieza a echar de menos a Caulfield. Ya sólo le queda recomendarlo a los jóvenes y no tan jóvenes como si se hubiera publicado ayer.


10 razones por las que la historia de Holden Caulfield ha aguantado  desde 1951.


El guardián entre el centeno' es un libro mítico por varias razones. La misantropía de J.D. Salinger. El hecho de que todo tipo de chalados, entre ellos el asesino de John Lennon, lo hayan citado como una de sus principales influencias. Los cientos de películas, discos y novelas que se basan, de una manera u otra, en el estereotipo del adolescente inadaptado. Incluso las dudas respecto a la correcta traducción del título de la novela. Traducción que, atendiendo no tanto a la literalidad como al sentido de las palabras originales, sería algo más cercano a 'El cazador oculto' que a 'El guardián entre el centeno'.

Pero existen otras muchas razones. Razones más emocionales que académicas. Son las siguientes.

1- El guardián entre el centeno' no es una novela de iniciación sino la novela de iniciación y no se puede decir que has vivido una adolescencia como Dios y la angustia existencial mandan si no la has leído. Pero si te sigues identificando con su protagonista Holden Caulfield cuando ya llevas una docena de declaraciones de la renta presentadas en el Ministerio de Hacienda es que tienes un problema. De los serios. Aunque siempre puedes montarte una banda EMO con tu cuñado.

2- El guardián entre el centeno lleva siendo la novela de aprendizaje por excelencia desde que se publicó por primera vez en 1951. Y eso es mucho tiempo resistiendo los vaivenes de las modas editoriales y sobre todo los cambios sociales (los adolescentes de hoy en día no contratan prostitutas en hoteles de mala muerte sino que se reúnen para beber zumos de naranja frente a la puerta de la Apple Store). Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

3- Otro punto clave. 'El guardián entre el centeno' tiene trampa. Salinger es muy hábil transmitiendo lo que se cuece en el cerebro de un chaval de dieciséis años perdido en su tránsito hacia la madurez. Y la metáfora central de la novela, la del deseo de Holden de convertirse en el guardián que se esconde entre el centeno y que sujeta a los niños antes de que se despeñen por el barranco de la vida adulta, una de las más poéticas de la literatura del siglo XX. Pero la historia de Holden no deja de ser la de un adolescente cualquiera… idealizado por un adulto. Si alguien quiere saber cómo sería 'El guardián entre el centeno' si lo hubiera escrito un adolescente real sólo tiene que escuchar una canción de Green Day.

4- 'El guardián entre el centeno' es la novela de culto por antonomasia, la que te sitúa de inmediato en la secta de los connoisseurs sin que eso implique ingresar necesariamente en la de los raritos. 'El guardián entre el centeno' no es tan difícil como para resultar ilegible ni tan comercial como para aparecer en el radar de los lectores de '50 sombras de Grey'. Aunque, en realidad, ese estatus de libro de culto no es más que un esnobismo. De la novela de Salinger se han vendido más de sesenta millones de copias en todo el mundo, lo que la sitúa en el mismo nivel de popularidad masiva en el que se mueven el 'Thriller' de Michael Jackson o 'Avatar'.

5- En la tradición zen, el koan es un acertijo que el maestro le plantea al alumno para comprobar sus progresos. El koan suele ser absurdo, o ilógico, y sólo puede ser respondido abstrayéndose del pensamiento racional con el objetivo de ir más allá del sentido literal de las palabras. En realidad, no está nada claro que el Holden Caulfield de la novela sea un personaje admirable. Ni siquiera está claro que Salinger le tenga un especial cariño. El hecho de que acabe en un psiquiátrico parece indicar que su transito a la madurez ha fracasado tras haber sido incapaz de responder a su koan. Es decir de entender una verdad tan elemental como la que un simple taxista le revela en un momento dado de la novela: que los patos de Central Park no van a ningún sitio en invierno. O lo que es lo mismo: que no existe ninguna verdad trascendente oculta tras las sombras y que si te sientes frustrado e incomprendido quizá la culpa sea sólo tuya.

6- Otro punto clave. Al protagonista de 'El guardián entre el centeno' no le pasa nada reseñable. Que es, básicamente, en lo que consiste la adolescencia: en un continuo ir y venir geográfico y mental que no te acaba conduciendo a ningún sitio excesivamente importante. Quizá la mitificada adolescencia no sea, como queremos creer, un lento y traumático desgajarse de la inocencia infantil para ingresar en la supuesta mediocridad, idiotez y sinsentido de la vida adulta. Quizá la angustia adolescente no sea más que un síntoma médico sin mayor interés, como el acné o los mocos de la gripe. Pero todos hemos sorbido esos mocos en algún momento de nuestras vidas situado entre los catorce y los dieciocho años. Y todos nos hemos sentido identificados con Holden aunque no recordemos exactamente qué es eso tan importante que le pasa a este chico y que parece merecer un libro entero.

7- 'El guardián entre el centeno' es una novela esencialmente masculina porque el miedo a la madurez y el pánico a abandonar la zona de confort de la infancia son terrores esencialmente masculinos. La inmadurez femenina camina por otros derroteros. Quizá no mejores ni menos absurdos, pero sí diferentes. Es probable incluso que las chicas de su misma edad piensen que Holden es un poco idiota. En los países anglosajones, a esa diferencia de madurez entre las chicas y los chicos de la misma edad (con ventaja para ellas) se le llama glitch. Y Holden tiene un glitch como un piano de cola.

8- Novelas de iniciación, o de aprendizaje, las ha habido antes ('Las desventuras del joven Werther', 'Las aventuras de Huckleberry Finn') y después ('Matar un ruiseñor', 'La fortaleza de la soledad' o incluso 'El juego de Ender' o la saga de Harry Potter). Hasta las ha habido españolas, como la de Rafael Sánchez Mazas que menciona García-Máiquez. Pero el patrón con el que se comparan todas ellas es 'El guardián entre el centeno'. Y eso es un mérito. Otra cosa es que en esa mitificación haya jugado un papel importante el seguidismo intelectual y el miedo a salirse de los cánones anglosajones. Es decir de la masa. Pero peor sería haber mitificado 'Crepúsculo', oigan.

9- Holden es un arquetipo. Como el Hamlet de Shakespeare. O la Lolita de Nabokov. Y de la misma manera que Nabokov inventó las lolitas, Salinger inventó los adolescentes existencialistas.

10- Holden, sí, es un adolescente idealizado por un adulto. Pero, y ahí tiene razón Llaneras, es una idealización tan apegada a la realidad como un chicle al asfalto. Algo muy alejado de las idealizaciones esteticistas de la adolescencia que tanto se estilan ahora y de las que son emblema directores de cine como Wes Anderson. Ya saben, esos que sólo dirigen a actores con los párpados a media asta sobre una banda sonora de Air o de alguna cantante francesa de los años sesenta un poco cursi.

Después de recolectar el centeno

“La llave del corazón de una mujer es un regalo inesperado en un momento inesperado” resulta una de las frases románticas más básicas de la historia del cine debido a la aparente inocencia que conlleva su reiteración semántica, pero el concepto que encierra posee tanta carga emocional como belleza, y su valor resulta igual de incalculable que una puerta abierta a tiempo.

El autor de la cita no es otro que un trasunto de J.D. Salinger rebautizado como William Forrester por Gus Van Sant y encarnado por Sean Connery. Y la película que narra su vida, ‘Descubriendo a Forrester’, merece la pena ser vista. O a lo mejor no.

Fue una lástima que después de una novela que trasciende el término "generacional" y de tres libritos "menores", el autor, veterano de guerra de solo 32 años, decidiera que su novela había sido malentendida, por lo que se prometió no volver a publicar jamás material largo. Quizá tuvo miedo escénico y no supo asimilar la fama. Quizá ésta no le interesaba. Quizá consideraba completa su labor evangelizadora. O quizá, y esta es la teoría más sugerente de todas, tenía un carácter tan frágil como el de Bobby Fischer, que no le permitía hacer pública su triste galaxia. “Hay una gran paz en el hecho de no publicar”, confesó al New York Times en 1974. “Publicar es una terrible invasión a mi privacidad, me gusta escribir, amo escribir, pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer”.

Holden Caulfield

Más improbable resulta que los confesos crímenes protagonizados por los asesinos de John Lennon y la actriz Rebecca Shaeffer (además del atentado perpetrado contra Ronald Reagan), citando su novela como inspiración, estigmatizaran al 'Guardián' como ocurriera con 'La naranja mecánica' (retirada de los cines británicos a petición de Stanley Kubrick), pues antes del primer incidente Salinger llevaba 15 años retirado de la vida pública.

La leyenda urbana más extendida (Van Sant la sugiere ya en su cinta) hablaba de un hombre profundamente asocial y lleno de rarezas que no había dejado de escribir ni uno solo de los días de su vida, generando el arsenal más apetecible para bibliófilos, fans y curiosos en general de la segunda mitad del siglo pasado. 

Pero de lo que hemos venido aquí es a hablar del nuevo biolibro y de su extensión documental 360º que llevan aparejados, según informaciones filtradas en los últimos tiempos, la publicación póstuma de dos relatos cortos (centrados en la recurrente familia Glass) y un tratado sobre la meditación vedántica, además de dos novelas ambientadas en la II Guerra Mundial.

Las mismas fuentes apuntan a que la hija de Salinger, albacea de la obra, recibió instrucciones precisas a la hora de gestionar todo el material encajonado del que podremos disfrutar periódicamente de 2015 en adelante. Por lo visto, manuscritos con una bandera roja estarían listos para ver la luz tal cual quedaron y otros tantos, con bandera azul, requerirían la supervisión de editores cualificados. Aún así tendríamos que tomar un café con Margaret Salinger, autora en 2000 de una biografía paterna bastante vengativa, en apariencia no bendecida por papá, para ver qué hay de cierto en todo esto.

La duda razonable que se plantea ahora cada enamorado de Salinger es qué necesidad hay de conocer más obras del autor, habida cuenta de su sempiterno celo histórico. Y es que, estén o no sus nuevos volúmenes a la altura de su producción conocida, lo que es muy seguro es que esta explosión editorial, quizá postreramente aprobada debido a su senilidad, violaría de algún modo su legado inmaculado, misterioso y vibrante a través de las décadas. 

Tener más Salingers entre los que diluir su mito daría lugar seguro a una bibliografía más irregular y siempre asolada por la duda de si nos encontramos ante material 100% puro y sin cortar o frente a una suerte de serie B guiada más por intereses comerciales que por remendar el corte del grifo que a tantos dolió en los 60. 

Quiero pensar que Jerome David, que ahora se encuentra jugando a la pelota en una charca del cielo junto a Seymour Glass mientras ven chapotear con asombro al pez plátano, sería más Salinger si nunca supiéramos más de él. Igual que si Michael Jordan jamás hubiera jugado con Washington o Fischer se hubiera retirado definitivamente después de su primera victoria sobre Spassky.

Salinger, ¿caso cerrado?

Lo llamaron de todo: elusivo, oscuro, misterioso, genio, leyenda, figura emblemática… hasta mito. Como para no abrirse y alejarse del mundanal ruido. Pero lo cierto es que las razones que explican su decisión de apartarse de la escena pública en 1965 hay que buscarlas en sus creencias religiosas, concretamente en el vedismo, sector India, cuna demisticismos y delirios sin fin. Éste es uno de los descubrimientos (o redescubrimientos) que hace la biografía titulada lacónicamente 'Salinger' (Seix Barral), firmada por el escritor David Shields y el cineasta Shane Salerno, autor del documental del mismo título producido por los hermanos Weinstein. 

La publicación en 1951 de 'El guardián entre el centeno' fue una revolución. El libro ha ejercido un influjo tremendo generación tras generación y se han vendido millones de copias. Incluso ha servido para que algunos perturbados trataran de justificar sus crímenes: los asesinos de John Lennon y la actriz Rebecca Schaeffer, o el que intentó acabar con Ronald Reagan llevaban encima un ejemplar como si fuera un diabólico talismán. Esta biografía recopila material inédito, fotografías no publicadas antes, cartas, fragmentos de diarios y el testimonio oral de 200 personas, muchas de las cuales se habían negado antes a contar su relación con el escritor.

Es un retrato discontinuo y, según algunos críticos, no del todo riguroso sobre J. D. Salinger (1919-2010), que conforma una especie de puzle donde, no obstante, encontramos algunas piezas jugosas. Por ejemplo el trauma de su ruptura con Oona O'Neill, hija del dramaturgo Eugene O'Neill, que dejó a Salinger para casarse con Charles Chaplin y luego sería la abuela de la actriz española Oona Chaplin ('Juego de tronos', 'Dates'). O que a Salinger le fascinaban las mujeres cuando aún conservaban algo de niñas, y por eso mantuvo relaciones (no necesariamente sexuales) con chicas muy jóvenes, de 15 o 16 años. En resumen, material de primera para cotillas y fans del autor.

Existen cinco libros inéditos de Salinger que sus herederos aún no quieren que leas

Jerome David Salinger nace en Manhattan el primero de enero de 1919. Veintiún años después conoce en un garito de moda de Nueva York a la Debutante del Año Oona O’Neill, hija del premio Nobel Eugene O’Neill y tan famosa como Paris Hilton en 2004. Aquella preciosa muchacha, que no terminó de confiarle las llaves de su corazón en un momento vital muy de atormentarse, tuvo como consecuencia para el joven J.D. su ingreso en el ejército, ahora que Europa estaba en guerra. Meses antes The New Yorker le había aceptado uno de sus primeros relatos ('Slight Rebellion Off Madison', protagonizado por un tal Holden Caulfield), pero la coyuntura geopolítica hizo que este no viera la luz hasta cinco años después, momento en el que ya había desembarcado en Liverpool como un aliado más y conocido más tarde a Hemingway celebrando la liberación de París. Entretanto, Oona se había casado con Charles Chaplin, actor y director más famoso del mundo, ya en su ocaso, con el triple de edad que ella. Y esto también da para mucho tormento extra. Todo ello fue extraordinariamente ficcionado por Frédéric Beigbeder en la obra 'Oona y Salinger', publicada en nuestro país por Anagrama.

Conocida esta biografía iniciática no sorprenden el cinismo y desasosiego que impregnan ‘El guardián entre el centeno’, única de las novelas de Salinger publicadas hasta la fecha. Incomprendida por todos, como explicaría él mismo por voz del actor Sean Connery en la película que figuró apócrifamente sus últimos años, sería también la última en ver la luz si exceptuamos los short reads aglutinados en 'Nueve cuentos' (1953), 'Franny y Zooey' (1961) y ''Levantad, carpinteros, la viga del tejado + Seymour: una introducción' (1963). 

Cuatro años después de su última noticia editorial se retiró a una casita en Cornish (New Hampshire) donde viviría recluido durante 43 años, en los que se consagraría al budismo zen, la vedanta, la dianética, la cienciología y a litigar contra todo aquel que quisiera inmiscuirse en su privacidad. En los años 80 peleó con Ian Hamilton, que acabó por publicar una biografía basada en la correspondencia del escritor a la que había tenido acceso, bastante mermada por decisión judicial (las cartas tuvieron que ser parafraseadas por veto de Salinger a la literalidad). A comienzos de este siglo, su hija Margaret Salinger no fue mucho más amable cuando ‘El guardián de los sueños’ destapó al autor como un hombre tiránico, antisocial y deprimido. 

Salinger

La vida después de J.D.
Biografia

El 27 de enero de 2010 muere J.D. Salinger a los 91 años de edad dejando abiertos muchos interrogantes con respecto a toda esa obra que se le supone y que nunca llegó a las estanterías. Algunas pistas al respecto las ofreció en 2013 Shane Salerno por medio del díptico ‘Salinger’, compuesto por la más exhaustiva de las biografías existentes del autor, además de un documental en el que tuvo cabida el material gráfico recopilado.



En palabras del mismísimo J. D. Salinger “aparte de a los criminales, a nadie se lo examina tan de cerca como a los sujetos de biografías”, y menos mal que desde 2010 no está en este mundo para abominar la exhaustiva compilación de testimonios recogidos por David Shields y Shane Salerno en este trabajo.


Salinger,  es una biografía que aborda a la persona desde diferentes ángulos y está focalizada en sus puntos débiles, según los testimonios de humildes mortales que estuvieron relacionados con él, recibieron su correspondencia o compartieron su intimidad.

Desde el punto de vista literario es poco lo que aporta o puede servir de enfoque para conocer mejor la obra de J. D. Salinger. Aquel lector que empatiza con el autor de El guardián entre el centeno, sabe que su concisa obra es perfecta, y que cualquier intento de desmenuzar su origen es tiempo perdido. Aunque los testimonios son vastos, las declaraciones no están a la altura del creador literario y da un poco de pena que desguacen su intimidad en pos de desenmascarar al mito. Muchos de ellos se consideran víctimas de su maltrato y exponen los detalles más bajos de sus contradicciones.

No obstante, la presente edición de Salinger es rica en material fotográfico y va documentando la relajada juventud del autor en Park Avenue, su noviazgo con Oona O’Neill, su participación en la Segunda Guerra Mundial, donde desempeñó tareas de contraespionaje y fue uno de los primeros en entrar a un campo de concentración para liberar a los sobrevivientes judíos del cautiverio al que los sometían los nazis. Hay retratos de sus novias adolescentes, una fijación con la inocencia que cultivaba hasta que se perpetraba su corrupción. Las fotografías “robadas” al estilo paparazzi en su refugio de Cornish, New Hampshire, donde se recluyó a escribir y formar –como pudo- una familia. Se agregan a la colección, su amigo el director y editor en jefe del New Yorker, William Shawn; y también sus amigos veteranos de guerra con quienes se carteó durante toda su vida.

Aunque se pretende cargar a Salinger con el síndrome de estrés post-traumático a causa de su participación en la guerra, su obra permanece esplendorosa en el Olimpo de las letras, inobjetable. Si escribió más de lo que ha publicado, o si, como ha anunciado su heredero Mathew Salinger, comenzará a publicarse entre 2015 y 2020 algo de lo que escribió durante más de cincuenta años de reclusión, está por verse.


A los 42 años fue tapa de la revista TIME, y su novela El guardián entre el centeno fue un éxito de ventas, sin embargo evitó la vida pública a rajatabla. Abrazó diferentes disciplinas orientales de meditación y las experimentó en forma holística, en la alimentación y la medicina. Su vida fue larga y gozó de libertad para elegir cómo hacerlo. El guardián entre el centeno es el mayor libro antisistema de todos los tiempos y uno de los mayores best-seller de la historia. El relato –narrado en primera persona- es la voz de Salinger. Las palabras de su protagonista –Holden Caulfield- son su vida, sus pensamientos, sus sentimientos, su rabia, su hermoso corte de manga a los hipócritas que hay en el mundo.

Lo mejor que puede suscitar esta biografía de Salinger o cualquier otra, es la necesidad de volver a leer su obra, constituida por esas raras perlas que el tiempo y las épocas nunca mancillarán. Silvia Bonetti

SALINGER
David Shields y Shane Salerno
Seix Barral
638 páginas


Oona y Salinger
Beigbeder, Frédéric


El amor entre Salinger y Oona O’Neill, hija de Eugene O’Neill y futura esposa de Chaplin, duró apenas un verano. Pero a Frédéric Beigbeder le ha bastado para escribir una «facción»

Nueva York, 1940. J. D. Salinger es un chico larguirucho de veintiún años. Escribe relatos e intenta que se los publiquen las revistas literarias del momento. Oona O’Neill tiene quince años y es hija del gran dramaturgo Eugene O’Neill. Es tremendamente bella y se codea con lo más granado de la sociedad neoyorquina. Oona y Salinger se conocen y salen durante un tiempo. Pero al cabo de dos años, tras el bombardeo de Pearl Harbor, Salinger se alista en el ejército y se separan. Él participa en el desembarco de Normandía y ella se casa en 1943 con Charles Chaplin, con quien permanecerá hasta la muerte de él, en 1977, y tendrá ocho hijos. Salinger escribe a Oona cartas que nunca han salido a la luz.

Oona O´Neill, con quien Salinger mantuvo una breve relación sentimental, en una foto de 1942
Oona O´Neill, con quien Salinger mantuvo una breve relación sentimental, en una foto de 1942


Hasta aquí los hechos conocidos. Pero Frédéric Beigbeder, fascinado por los protagonistas de este relato interrumpido, decide contarnos la historia entera. Rellena los huecos, recrea lugares y ambientes, fabula diálogos. Incluso reescribe las cartas de los amantes e imagina un último encuentro fugaz, al cabo de cuarenta años, en Grand Central Station. En un inteligente ejercicio de historia ficción, o de faction, como lo llama él, consigue conmovernos con la historia de amor y desamor de dos personajes que terminaron teniendo su papel en la historia del siglo XX.

Y, por el camino, el autor nos habla del Nueva York de los años cuarenta, de la Segunda Guerra Mundial, de cine, de literatura. Y da voz a Truman Capote, Ernest Hemingway o Charlie Chaplin, entre otros. Y escribe también, cómo no, sobre sí mismo. Sobre su obsesión por seguir siendo joven a pesar de la edad, su admiración por el autor de El guardián entre el centeno y su amor platónico por Oona, sobre su condición de escritor. Y hasta sobre su romance con su actual esposa, veinticinco años más joven que él, que quiere ver como un reflejo de la relación entre Chaplin y Oona O’Neill, o entre Salinger y sus jóvenes amantes. Socarrón, como siempre, Beigbeder salpimenta el conjunto con sus acostumbradas píldoras de sabiduría vital: «La vejez es cuando empiezas a tener tiempo para interesarte por los nombres de los pájaros.»

«Ha escrito bellas escenas de guerra y de amor, ha retratado a los míticos Hemingway, Capote, Chaplin, y ha hecho que Salinger resulte humano y conmovedor. ¿Alguien da más?» (Bruno Corty, Le Figaro).

«Con este rico material, Beigbeder ha construido un relato fluido y bien documentado. Lo mejor: cuando imagina las cartas desesperadas de Salinger a Oona, esas cartas que los herederos de Chaplin nunca han querido hacer públicas» (Jérôme Dupuis, L’Express).

«Divertido y conmovedor, apasionado y distante, Oona y Salinger se lee con fervor» (Thierry Gandillot, Les Echos).

«Beigbeder es un escritor sabio. Es capaz de transformar una historia anecdótica en una superproducción. Se ha documentado con avidez, y con todos los ingredientes ha montado la nata de una ficción que mezcla escenas y diálogos inventados. A veces, él mismo sale a escena. Al contar a los demás, Beigbeder se cuenta a sí mismo» (B. Géniès, Le Nouvel Observateur).



«Oona y Salinger»: cómo ser Holden Caulfield

«Un escritor no vive en el mundo, se encierra en una casita para trabajar, de lo contrario no es un escritor, es un bufón». Se lo dice Oona O’Neill a Jerry Salinger en la novena novela de Frédéric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 1965). Lo dice de su padre, Eugene O’Neill, «que escribe en una cabaña al fondo del jardín». Pero el lector piensa en el futuro del propio Salinger (entonces de 21 años) y, sobre todo, en Beigbeder, una «vedette» de la literatura que nunca ha considerado la discreción un artilugio presentable, dirige la revista «Lui» y cuando mejor escribe es cuando lo hace de sí mismo (igual que Jaime Bayly, otro señorito de cuna meneada). Ahí está «Una novela francesa» (2008), probablemente su mejor trabajo. Tras la detención a la puerta de una discoteca parisina por consumo de cocaína en la calle, Beigbeder echa la vista atrás desde su celda y compone un ensayo sobre la memoria, su familia, su vida.

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Míster Big-bidé
En «Oona y Salinger», el francés ególatra también habla de sí mismo, aunque menos que otras veces. Como Mia Farrow en «La rosa púrpura del Cairo», se mete en vidas ajenas aunque reales. Pero todo lo que le permiten unos protagonistas de otra época. Lo más cerca que está es el 31 de diciembre de 1980, mezclándose con Oona y Truman Capote en Vevier, Suiza. A los 15 años. «Cuando ha caído sobre nuestra mesa como un auténtico gamberro, Míster Big-bidé, me ha recordado las primeras películas de mi difunto marido».

Empieza citando a Diana Vreeland, la editora de «Harper’s Bazaar» y «Vogue». Le preguntaban si sus recuerdos más extravagantes eran factuales o ficticios. Respondía: «It’s faction». La diseñadora Elsa Schiaparelli habría tenido que reconocer que los suyos eran mentira. Beigbeder se aplica lo de Vreeland. «Este es un libro de pura facción. Todo en él es rigurosamente exacto: los personajes son reales, los lugares existen (o han existido), los hechos son auténticos y las fechas son todas ellas verificables en biografías o manuales de Historia. Lo demás es imaginario, y por este sacrilegio ruego a los hijos, nietos y bisnietos de mis protagonistas que disculpen mi intrusión».

Verdaderas son las cartas que manda a la encargada de gestionar los archivos de la familia Chaplin para dejarle ver las cartas de J. D. Salinger a Oona O’Neill. «Siento comunicarle que la mayoría de la familia Chaplin no desea poner las cartas de su madre a su disposición para su lectura». El escritor se siente aliviado: «Si hubiera podido leer las cartas de Jerry de verdad, habría sido incapaz de imaginarlas».

Lo que Beigbeder hace es todo lo contrario que Carrère en sus «novelas de no ficción». Verdadero es lo más inverosímil, ese momento en que Orson Welles cenó con Oona en Los Ángeles, leyó su mano y le vaticinó que conocería a Chaplin. «Anécdota confirmada por el crítico de teatro inglés Kenneth Tynan y contada por Orson Welles en su entrevista en televisión con David Frost», se apresura a aclarar el autor.

Lo que Beigbeder hace es todo lo contrario que Carrère en sus «novelas de no ficción»
El origen de la novela está en un documental. Mayo de 2007, tres años antes de la muerte de Salinger. Beigbeder fue a Cornish, New Hampshire, a buscar a su escritor favorito. El documental acabó protagonizándolo Beigbeder porque no logró llegar ni al felpudo de Salinger. Este había dejado de publicar en 1965, el año en que Beigbeder nació. Tras su fracaso de fan, el francés ve en un café la foto de Oona O’Neill (la de la portada). Está seguro de que fue ella quien inspiró «El guardián entre el centeno».

La relación entre Oona y Jerry no dura nada, verano del 41. Un poco más. En diciembre, tras Pearl Harbor, Salinger se alista en el ejército. Verano en Nueva Jersey, Nueva York en el Stork Club, donde ella reinaba con la escritora, actriz y diseñadora Gloria Vanderbilt y la participación de Truman Capote. «Capote parece un feto», dice el Salinger de novela cuando Oona le cuenta que se había enfadado mucho al saber que Jerry había publicado antes que él.

A veces el libro es un despliegue obsceno de «name dropping». Como «Midnight in Paris», esa espantosa película de Woody Allen. Pero la unión de la hija de un genio (Eugene O’Neill) y mujer de otro (Chaplin) con el legendario Salinger es una tentación demasiado grande.

Carta escatológica
De la carta que Salinger envía a Oona en 1943 cuando esta se casó con Charles Chaplin ya había dado cuenta Jane Scovell en «Oona: Living in the Shadows», biografía donde acaba hablando más de O’Neill y Chaplin que de la propia Oona, casi tan misteriosa y reservada como Salinger. Una carta escatológica, desagradable, describiendo el sexo de un viejo y una jovencita. Lo más gracioso es que Chaplin sólo tenía 54 años cuando se casa con Oona, de 18. Aunque vistos ahora parecen 74.

Beigbeder inventa esa carta (sí hay verdaderas, como una de Salinger a Hemingway). «Te tiras a un viejo inglés con problemas de próstata y que toma pastillas de cantárida para ver si logra despertar a su pobre miembro ajado. No sé si hay que reírse a carcajadas o llorar a moco tendido ante tamaña abyección». Y otras. «No puedo vivir dándote la más mínima esperanza mientras tú te dispones a derrocar a Hitler», hace decir a Oona. O «Siempre formarás parte de mi pasado, pero ya no formas parte de mi futuro». Y ahí Beigbeder parece Danie-lle Steel.

Frédéric Beigbeder nunca ha estado más cerca de ser Holden Caulfield, su héroe, el adolescente eterno de «El guardián entre el centeno». Hacia el final de libro hace una lista de hombres relacionados con mujeres mucho más jóvenes. Como Chaplin. Como Salinger. Como él.

PARA TERMINAR; DESTRIPANDO EL LIBRO

ARGUMENTO

El libro cuenta la historia de un joven de 16 años cuyo nombre era Holden. Estudia en un colegio llamado Pencey. Lo echaron de la escuela y decide irse él solo a Nueva York.

Cuando llega a Nueva York se aloja en un hotel pequeño y, sin deshacer el equipaje decide dar una vuelta por Nueva York por la noche. Recorre la ciudad y conoce a unas chicas con las que pasa un rato. Cuando vuelve a su habitación, el ascensorista, un tipo llamado Maurice le ofrece pasar la noche con una prostituta. Holden acepta, pero las cosas se tuercen y al final resulta apaleado, lo cuál le deprime aún más. Al día siguiente Holden sale del hotel y deja las maletas en la estación. Queda con una chica llamada Sally Hayes y van al teatro. Las cosas vuelven a salir mal y la chica acaba yéndose indignada. Más tarde queda con un amigo llamado Luce, hablan un rato pero éste se marcha, con lo que Holden se queda sólo en el bar. Coge una borrachera y cuando se le ha pasado decide ir a su casa sigilosamente a ver a su hermana Phoebe. Entra y habla un rato con su hermana, a la que le cuenta los planes que tiene (abandonar su casa y marcharse a otro lugar). Holden pasa la noche en casa de un antiguo profesor suyo.

A la mañana siguiente se encuentra con su hermana que decide acompañarle, pero el se niega, y al final, después de los consejos de amigos y familia, recapacita y vuelve a casa con sus padres.

RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS

-Capítulo 1-

El libro empieza cuando Holden, el protagonista, desde la residencia en la que se encuentra decide contar la historia de las Navidades pasadas. También habla de su hermano D.B el cual lo describe como es; dice que vive en hollywood, y que tiene un “jaguar”, también explica que como no está muy lejos de pensylvania, viene a verlo muy a menudo.

La historia empieza el día en que le echan de Pencey, que es su antiguo colegio. Un colegio que según él, no cumplía con lo que ofrecía en la publicidad. Ese día era el partido contra otro colegio pero Holden no fue porque acababa de llegar de Nueva York.

-Capítulo 2-

En este capítulo, Holden explica que fue a casa del señor Spencer, era su profesor de historia, la mujer de el profesor le abrió la puerta y le llevó hasta la habitación, la habitación tenia un aspecto deprimente y el Sr. Spencer también. Holden se sentó en la cama y se pusieron a hablar sobre la vida, los estudios de Holden y que dirían sus padres cuando se enterasen que habían vuelto a expulsarlo del colegio. Cuando acabaron con eso el Sr. Spencer le leyó a Holden un ensayo sobre los Egipcios. Holden consiguió marcharse.

- Capítulo 3-

En este capítulo, Holden iba por al calle pensando en lo buen mentiroso que esa y en el señor que da nombre al ala del colegio en la que él vive, llega a su habitación y se pone a leer un libro hasta que entra Ackley, el chico de la habitación de al lado que odia a Stradlater (compañero de cuarto de Holden) porque un día le recomendó que se lavase los dientes, y se pone a estorbar. En ese instante llega Stradlater a coger su neceser. Holden también explica que vino el señor Ossemburger con un Cadillac, era un antiguo alumno que hizo mucho dinero cuando salió de la escuela

- Capítulo 4-

En este capitulo Holden va a los lavabos con Stradlater, mientras él se afeita, se ponen a charlar. Stradlater le pide a Holden que haga una composición para la clase de literatura por él y Holden le dice que si. De repente sale el tema de las chicas y da la casualidad de que la chica con la que ese día sale Stradlater, Jane, conoce a Holden. Entonces Holden se habla todo el rato sobre ella hasta que Stradlater se va. Holden se queda en su habitación pensando en Jane.

- Capítulo 5-

En este capítulo Holden explica que los sábados siempre dan lo mismo para cenar. Después de cenar se fue con Ackley y Mal a comer unas hamburguesas. Al volver al colegio Ackley fue a la habitación de Holden pero esta vez Holden le echó. Luego se puso a escribir la composición de Stradlater y como tema escogió el guante de béisbol de su hermano Allie. Holden, empezó a acordarse de su hermano.

- Capítulo 6-

En este capítulo Stradlater llega a al habitación y lee la composición mientras se desviste, el tema no le gusto, le pareció algo ridículo y se enfadó con Holden, entonces Holden de la rabia que le dio la rompió. Cuando todo se calmó un poco empiezan a hablan de Jane, Stradlater cree que ha hecho el amor con ella y Holden tiene un arranque de ira y se lanza sobre él, y se pelean, Holden fue el que se llevó la peor parte

- Capítulo 7-

Cuando la pelea toca a su fin Holden entra en la habitación de Ackley para hablar con el y que le dejase dormir esa noche en su habitación porque no quería dormir con su compañero. Ackley no le hace mucho caso y sigue durmiendo, así que Holden se tumba en la cama y empieza a pensar en Jane y Stradlater juntos. Holden se plantea marcharse esa misma noche. Entra en su habitación, hace la maleta y se dirige a la habitación de un compañero para venderle su máquina de escribir y conseguir más dinero, no le dio más de 20 dólares .

Para despedirse grito a todo pulmón: “ que durmáis bien ,tarados”

- Capítulo 8-

En este capítulo, Holden coge un tren hacia Nueva York y allí se encuentra a una atractiva mujer que resulta ser la madre de un compañero suyo con la que mantiene una conversación en la que la madre de su amigo y el dijeron varias mentiras.

- Capítulo 9-

Al llegar a la quiere llamar a alguien por teléfono pero al final no llama. Para a un taxi, y mientras mantiene una conversación con el taxista, se dirige al hotel Edmont y allí, a través de la ventana de su habitación, ve el ritual de un travestido y a como una pareja se dedica a tirarse agua a la cara por turno. Entonces decide llamar a una amiga que le presento un conocido para quedar a tomar algo, pero la chica le dijo si podía ser el próximo día y entonces Holden le dijo que no.

- Capítulo 10-

En este capítulo Holden mientras se cambiaba de ropa decide llamar a su hermana Phoebe pero otra vez decide no hacerlo. Entonces explica cosas sobre su familia, sobre todo de Phoebe luego baja al salón Malva. Allí pide un whisky con soda, pero sin el carnet no se lo dan es bebedor y fumador y es menor de edad y se fija en tres mujeres que no son muy guapas. Saca a bailar a la menos fea y luego a las otras dos, que bailaban fatal. Holden las invita a algo y habla un rato con ellas, las pobres son tan “tontas” (Holden las define así) que acaba sintiendo lástima por ellas. Más tarde regresa a su habitación.

- Capítulo 11-

En este capítulo Holden estaba en el vestíbulo, y otra vez vuelve a pensar en Jane. Se habían conocido gracias a su perro, que hacia sus necesidades en el jardín de Holden.

No es que Jane fuera muy guapa, aunque el la encontraba atractiva e volvía loco, pero ala madre de Holden no le caía muy bien.

Se la imaginó con Stradlater y, cuando despertó montó en un taxi rumbo al “Ernie”

- Capítulo 12-

En este capítulo Holden habló con el taxista, sobre los patos del Central Park Souht. Cuando entra allí comenta un poco como es la gente de ese local. Luego se le acercó una chica que estuvo saliendo con su hermano y habla un rato con ella, dice que es una chica muy falsa. A Holden no le apetece mucho quedarse allí y dijo otra una mentira y se fué.

- Capítulo 13-

En este capítulo Holden, de regreso al hotel se pregunta quién le habrá robado los guantes y se imagina la pelea que hubiera tenido con él si tuviese agallas. Cuando estaba en el ascensor Maurice, el ascensorista, le propone pasar un rato con una prostituta y él acepta. Holden confiesa que es virgen. Justo en ese momento llaman a la puerta, es Sunny, la prostituta. Ella empieza a desnudarse pero a Holden le parece todo muy precipitado así que rechaza sus servicios. Le paga lo convenido aunque ella intenta estafarle pero finalmente se va.

- Capítulo 14-

En este capítulo cuando Sunny se marcha Holden se siente deprimido y habla con Allie. Siente ganas de rezar pero no puede porque es ateo, el único personaje bíblico que le cae bien es Jesús, los demás le parecen unos farsantes. Entonces alguien llama a la puerta, eran Sunny y Maurice que venían a cobrar su deuda. Holden se niega a pagar, Sunny le coge el dinero y Holden se pone a llorar, en ese instante Maurice le pega un puñetazo en el estómago. Cuando se fueron Holden imaginaba su venganza y a Jane vendándole las heridas. Acaba durmiéndose.

- Capítulo 15-

En este capítulo Holden se despierta y llama a Sally Hayes, una chica con la que salía a veces, para ir al teatro. Se vistió y se subió en un taxi rumbo a la estación Grand Central. Entró a desayunar en un café y se puso a hablar con unas monjas.

- Capítulo 16-

En este capítulo Holden cuando termina su desayuno va de paseo y decide comprarle un disco a su hermana. Telefonea a Jane pero contesta su madre y le cuelga el teléfono, Holden dice que le aburre hablar con las madres de sus amigos. Entonces se va al parque para darle el disco a su hermana pero cuando llega le dicen que está en el museo. Entonces se va allí pero cuando llegó decidió irse.

- Capítulo 17-

En este capítulo Holden pide un taxi y va hacia Baltimore. Mientras espera a Sally se fija en las piernas de las chicas que hay por ahí. Entonces llega Sally y entran a ver la obra . Al finalizar se van a patinar pero lo hacían tan mal que Holden propone que paren para tomar algo. La conversación llega a tal punto que Holden acaba por decirle a Sally todo lo que piensa de ella.

- Capítulo 18-

En este capítulo Holden tras irse de la pista de patinaje entra en un bar a comer algo. Llamó a Jane pero nadie cogió el teléfono. Llamó a un amigo suyo y quedaron para tomar algo. Como le sobraba tiempo fue a ver una película al cine. Al terminar fué al bar donde quedó y se puso a pensar sobre la guerra.

- Capítulo 19-

En este capítulo Holden, una vez en el bar describe el ambiente que hay allí. Entonces Luce llega y empiezan a hablar sobre chicas. Hablando y hablando terminaron hablando sobre el psicoanálisis.

- Capítulo 20-

En este capítulo Holden acabó emborrachándose y llamó por teléfono a Sally. Entonces fue a su casa a ver a su hermana, iba tiritando de frío pero sin sentirse ni borracho ni cansado.

- Capítulo 21-

En este capítulo Holden cuando llega a casa el ascensorista no estaba así que subió a su casa porque sus padres se habían ido a una fiesta. Cuando por fin encuentra a su hermana le coje todos los cuadernos y más tarde la despierta para hablar con ella.

- Capítulo 22-

En este capítulo Holden después de coger unos cigarros de su padre volvió a la habitación para seguir hablando, aunque ella estaba enfadada porque se había enterado de que habían expulsado a Holden del colegio. Phoebe le preguntó que quería ser de mayor y el le contestó que guardián entre el centeno.

- Capítulo 23-

En este capítulo Holden, llamó por teléfono al Sr. Antolini, su ex - profesor, para saber si podía ir a dormir a su casa. Cuando acabó de hablar se encontró a su hermana bailando y se puso a bailar con ella. En ese momento llegaron sus padres y Holden se escondió en el armario. Cuando sus padres se fueron Holden salió, su hermana le dio dinero y el se marchó.

- Capítulo 24-

En este capítulo Holden llegó a casa del Sr. Antolini, tomaron un café y se pusieron a hablar. Se echaron a dormir y en mitad de la noche Holden sintió una mano acariciándole la cabeza, era la del Sr. Antolini. Entonces le vinieron a la cabeza todos los pervertidos que conocía, dijo una mentira y se fue.

- Capítulo 25-

En este capítulo Holden se echó a dormir en un banco, y por la mañana fue a un bar a desayunar. Tras el desayuno fue al colegio de su hermana y dejo una nota para que le entregasen. Se dirigió al museo y allí ayudo a dos niños a buscar las momias. Más tarde se encontró con su hermana que estaba decidida a irse con él. Al final Holden cambió de idea y acompañó a Phoebe al tiovivo. Y se quedó allí, bajo la lluvia viendo como daba vueltas.

- Capítulo 26-

En este capítulo es cuando se acaba el libro, Holden desde el “hospital” dice una frase que me llamó la atención: “No cuenten nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo”

PERSONAJES:


Holden Caulfield: Es el protagonista del libro, tiene 16 años. Tiene el pelo corto, es delgado, Es jefe de esgrima, a pesar de su corta edad es fumador y bebedor, aunque el tabaco consiguió dejarlo. Es un chico con muchos problemas


DB: DB es el hermano de Holden, es rico, vive en hollywood, se prostituye debido a que escribe libretos para el cine y no libros como el querría, es el autor preferido de Holden.

Phoebe: Es la hermana pequeña de Holden. Guapa delgada y muy lista. Tiene unos diez años. Escribe libros y relatos que nunca acaba.


Allie: Es el hermano de Holden. Murió de leucemia. Era dos años menor que Holden. Era inteligente y nunca se enfadaba con


Selma Thurmer: Es la hija del director del colegio Pencey. Es simpática y un poco nerviosa. Tienen la nariz larga y se muerde las uñas.

Spencer: Es el profesor de Holden.

Ward Stradlerd: Es el compañero de habitación de Holden.


Jane Gallear: Es una amiga de Holden. Sus padres estaban divorciados, vivía cerca de donde él pasaba el verano. Baila muy bien

Sally Hayes: Es la ex-novia de Holden. Estudiaba en el colegio de Mary Woodruff. Holden dice que era inteligente porque sabía mucho de literatura.

Maurice: Es el ascensorista del hotel. Le propone a Holden acostarse con una prostituta

Señor Antolini: Era el profesor preferido de Holden, es joven y muy simpático.

Autor: Jerome David Salinger.

Título: El guardián entre el centeno.

Título Original: The catcher in the Rye



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